El efecto educativo se concreta en la calidad de la relación entre los estudiantes y profesores durante la evaluación, en la precisión de los conceptos y términos empleados en la comunicación evaluativa, en la actitud positiva del alumno, en la tención a las diferencias individuales, en la argumentación de las calificaciones otorgadas, en la participación individual y grupal, y en la atención a las condiciones objetivas y subjetivas.
Como vemos ha de lograrse desde una concepción sistémica en la evaluación que un mismo objetivo transite por diferentes niveles de desempeño, donde el estudiante en un momento determinado deba reproductivamente dominar el contenido y el profesor lo evalúe en diferentes momentos o bajo la estructura de las diferentes formas organizativas de la educación superior.
Luego el estudiante debe aplicar el contenido ya conocido a situaciones diferentes, donde demuestre no solo lo que sabe sino lo que sabe hacer; con posterioridad el profesor debe condicionar el acceso a nuevas formas de afianzar el contenido y el logro del objetivo generalizador, de disciplina, año y carrera desde una visión creadora.
El estudiante deberá utilizar el contenido como herramienta para otras nuevas situaciones que demandan el buscar soluciones prácticas, crear otras nuevas situaciones que pueden o no ser operaciones de otras habilidades más complejas en el marco de lo intelectual o profesional, pero que en sí demandan un proceso creador donde el pensamiento ya no situacional sino bien contextual, es capaz de ofrecer herramientas de análisis, síntesis, generalizaciones, comparaciones y abstracciones más complejas en la que la búsqueda de soluciones busca la integración de conocimientos, hábitos y habilidades en una misma tarea docente.
Los diferentes métodos y técnicas de evaluación deben estimular el pensamiento crítico en el alumno, el cual necesita transferir los conocimientos, las habilidades y los métodos adquiridos y desarrollados, a situaciones novedosas.
La evaluación como proceso de continuidad de asimilación de conocimientos que garantiza el pensamiento flexible debe contar con una selección cuidadosa de las técnicas que emplea, en especial las preguntas como formas básicas del control; éstas deben propiciar juicios alternativos, soluciones algorítmicas y no algorítmicas, reformulación de problemas o elaboración de otros nuevos
El profesor será el encargado con su proyección sistémica de la evaluación y bajo la constante interrelación de los componentes no personales del proceso pedagógico, de organizar y graduar los objetivos, los contenidos siempre bajo la luz de métodos de activación del aprendizaje y sobre todo de un profundo conocimiento del diagnóstico individual y grupal.
Si el profesor es capaz de evaluar el desarrollo de habilidades en función de objetivos de asignatura, disciplina y año, y no solo contenidos estará en condiciones de propiciar el desarrollo paulatino de l aprendizaje desarrollar y participativo del estudiante.
Si el estudiante que recibimos hoy con las fallas léxico-semánticas y procesuales en términos intelectuales se entrena hoy en identificar desde el análisis operacional de cada habilidad, en qué aspecto del contenido se equivocó, las causales del error, determinar el modelo de respuesta correcta siempre respetando lo criterial y sobre todo, identificando lo que debe hacer para rectificar los errores, entonces se logra que participe como elemento activo del proceso de evaluación y de forma consciente participa en la eliminación de las deficiencias encontradas, se van formando en él cualidades como el espíritu autocrítico, la objetividad y la responsabilidad.
Desde la propia orientación del objetivo, análisis operacional, bibliografía, producto a obtener y forma de control del estudio independiente, el alumno es orientado adecuadamente y tiene clara conciencia de qué se espera de él, qué camino seguir y cómo debe comprobar el grado de eficiencia de su actividad.
Esto evidentemente redunda entonces en que la propia concepción sistémica de la evaluación y la conformación d evaluación de habilidades de forma integrada en las asignaturas, disciplinas y año facilita la finalidad de orientar y reorientar al alumno en cuanto a lo acertado o no de los métodos empleados para la asimilación, lo que contribuye al perfeccionamiento de la actividad de estudio.
Por supuesto la evaluación desde su función educativa desde esta visión en ocasiones se contradice con los reglamentos de evaluación hacia la medición de conocimientos y habilidades. Las causas de este hecho están en las teorías de aprendizaje que sirven de base a la evaluación, que en muchos casos no precisan los mecanismos de la evaluación educativa o tiene limitaciones que no permiten evaluar lo afectivo, los valores que caracterizan la personalidad.
Evidentemente el efecto educativo es necesario en el proceso de evaluación pero en la mayoría de los casos de desconocen los métodos para su ejecución o se deja a la espontaneidad, resultante colateral del efecto instructivo, no se emprenden acciones de dirección específicos para desarrollarlo y, por ende, tampoco se evalúa.
El efecto educativo se concreta en la calidad de la relación entre los estudiantes y profesores durante la evaluación, en la precisión de los conceptos y términos empleados en la comunicación evaluativa, en la actitud positiva del alumno, en la tención a las diferencias individuales, en la argumentación de las calificaciones otorgadas, en la participación individual y grupal, y en la atención a las condiciones objetivas y subjetivas.
En la concepción educativa e instructiva de la evaluación debemos sugerir que esta proyección desde el CPA tiene como propósito además que el propio proceso evidencie el cambio, es por ello que hemos trazado como meta que el profesor facilite que el alumno, con sus palabras, enriquezca un contenido sin hacer una reproducción mecánica de éste, que ofrezca la lógica de solución de un problema y le pide encontrar otra que el alumno elabore un nuevo problema, se grafiquen ideas individuales y grupales y se analicen aceptándose puntos de vista diversos.
Ante tan vital punto de vista es considerable la importancia que tiene el control del docente del desarrollo gradual de cada estudiante para poder diferenciar las evaluaciones y lograr que desde lo formativo e innovador el estudiante acceda a la dialéctica de la comprensión y la no comprensión y hacia el paso de un nivel de asimilación a otro, de lo reproductivo a lo aplicativo, de lo aplicativo a lo creador.