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Porque nadie nos enseña a ser papás

Este espacio está dedicado a aquellos padres que se angustian, se frustran porque el hijo hace berrinches, no hace caso, la comida o la tarea se vuelven momentos de batalla y están desesperados porque no saben ya qué hacer.

Enséñalos a esperar

¿Quién se prepara para ser padre o madre? Es la carrera más difícil y para la que menos nos capacitamos; llegan los hijos y vamos tomando decisiones conforme se presentan las situaciones, que muchas veces se tornan en problemas porque no sabemos cómo hacerlo. Pero quién nos enseña.

Este espacio está dedicado a aquellos padres que se angustian, se frustran porque el hijo hace berrinches, no hace caso, la comida o la tarea se vuelven momentos de batalla y están desesperados porque no saben ya qué hacer.

Empecemos explicando la importancia de hacerlos esperar. En casa no es sencillo porque nos es fácil darles todo lo que piden en el momento que lo piden, claro, no nos cuesta ningún trabajo. Sin embargo, en el colegio no pasa igual: tienen que aprender a esperar turnos para participar, para jugar, a compartir la atención de la maestra con muchos compañeros, aguardar mientras los recogen, etc.

Muchas veces no nos damos cuenta, pero vamos educando pequeños tiranos: si no se les da lo que piden, enfurecen. Esto sucede porque:

  • Educamos con culpa, por los horarios extensos de la jornada laboral, al llegar a casa no queremos pelear y preferimos darles lo que piden.
  • También porque deseamos una historia diferente a la nuestra, que no se frustren con carencias como nos pasó a nosotros.
  • Porque olvidamos quién es la autoridad en casa, nos asusta imponernos porque pensamos que van a crecer frustrados.
  • Y porque ignoramos las consecuencias.

Por falta de tolerancia y espera:

+ Los niños se hacen impulsivos, no controlan su cuerpo y esto como consecuencia trae la falta de atención, el poco desarrollo de la concentración, terminando en bajo aprovechamiento y pobre seguimiento de instrucciones.

+ También trae como consecuencia que las habilidades sociales no se desarrollen y los niños lejos de solucionar con gentileza las diferencias con sus compañeros, reaccionen sin meditar las consecuencias de sus actos.

+ Al no desarrollar herramientas para solucionar, se vuelven inútiles y esperan constantemente que el adulto resuelva por ellos.

También evitamos el desarrollo del pensamiento analítico. El cerebro se acostumbra a reaccionar por la vía corta, impulsiva, se toman decisiones sin pensar en las consecuencias, como cuando el niño muerde al compañero porque no le presta el juguete que quiere.

Sin darnos cuenta, al evitarles la frustración, nosotros mismos los volvemos intolerantes y berrinchudos. Cuando a un niño se le niega algo, lejos de hacerle daño, podemos aprovechar para enseñarle que debe esforzarse para ganárselo, a valorar las cosas, enseñarle que puede planear metas y disfrutar el gozo de lograrlas, a ser agradecido.

Por eso es importante enseñarlos a esperar, a ser tolerantes, a pensar antes de actuar para aprender también a tomar buenas decisiones y con ellos obtener buenas consecuencias. Pero ¿Cómo lo harás? En el siguiente artículo te digo cómo.

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