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El desarrollo de la percepción del niño (parte II)

El espacio lejano es al principio poco diferenciado. Debido a la inmadurez de la adaptación y de la convergencia, los niños de un año ni siquiera perciben los objetos que se hallan distantes, que constituyen para ellos tan solo un fondo indeterminado.
Erika Cruz Torres | 15/09/2015
El desarrollo de la percepción del espacio en el niño.

El niño reconoce el espacio en la medida en que aprende a dominarlo.

Baldwin, Stern , distinguen en los niños un "espacio primitivo" o "espacio bucal", un "espacio próximo" o "de agarre" y un "espacio lejano", que el niño aprende a dominar y que paulatinamente va descubriendo , a medida que aprende a moverse por sí solo.

El espacio lejano es al principio poco diferenciado. Debido a la inmadurez de la adaptación y de la convergencia, los niños de un año ni siquiera perciben los objetos que se hallan distantes, que constituyen para ellos tan solo un fondo indeterminado.

Con la valoración de la distancia se relaciona también la valoración de las dimensiones de los diferentes objetos. Para pequeñas distancias y figuras sencillas existe ya una constancia de dimensión o magnitud, en el segundo año de edad. La exacta valoración de las dimensiones de un objeto en distintas alternativas coincide con la comprensión del acortamiento de la perspectiva de los objetos. La comprensión de las perspectivas representadas es el aspecto mas complejo de la representación espacial y se desarrolla más tarde.

El punto esencial del desarrollo general de la comprensión del espacio es la transición del sistema de cálculo (coordenadas) fijado en el propio cuerpo a un sistema con puntos de referencia libremente móviles.



La percepción de la forma en el niño.



El niño percibe muy pronto las formas concretas objetivas. En los niños preescolares, la forma es ya uno de los factores fundamentales del conocimiento que discierne las cosas. Si a los niños de preescolares se les enseña una forma geométrica abstracta, la "objetivizan" en su mayor parte, es decir, le dan una interpretación ingenuamente objetiva: un círculo, es una pelota.

Dado que en la edad preescolar predomina el color, es necesario al trabajar con estos niños, aprovechar la influencia o eficacia del color. Pero al mismo tiempo, no es menos importante orientar la atención de los niños hacia las diferencias de las formas, que es necesaria para el estudio de la lectura y mas adelante el dominio de los fundamentos geométricos.

Para la correcta percepción de la forma posee esencial significado el desarrollo de la constancia de la percepción de la forma , al alterar o cambiar el ángulo óptico o visual.

Los niños perciben la forma al principio con relativa independencia de la situación. La representación de los números presupone en el niño preescolar tanto el contar como la inmediata percepción de los objetos. El desarrollo de la percepción de cantidad se produce, en lo esencial, de la siguiente manera:



a) el niño percibe un grupo de objetos y los reproduce teniendo en cuenta sus concretas características cualitativas.

b) La percepción de un grupo de objetos teniendo en cuenta sólo las características cualitativas pasa en el ulterior desarrollo de la capacidad de abstracción a la forma perceptiva, en la que se tiene en cuenta la disposición espacial de los objetos en la abstracción parcial o total de sus concretas peculiaridades cualitativas.

c) El niño pasa con el desarrollo de la representación de números , y el dominio de las operaciones aritméticas a la percepción de un grupo de objetos, para lo cual parte del cálculo de los objetos que resta o abstrae de sus peculiaridades espaciales cualitativas.


La percepción del tiempo en el niño.

Las palabras ahora, hoy, ayer y mañana pueden señalar en su uso, cada vez un sector distinto del tiempo real.

En los niveles evolutivos prematuros, el niño se orienta en el tiempo a base de signos esencialmente cualitativos extratemporales.

El ulterior desarrollo de las aptitudes para una mas correcta localización y comprensión del orden de sucesión se relaciona con la toma de conciencia de las dependencias causales y del dominio de las relaciones cuantitativas de las magnitudes del tiempo.

 

Referencias

Rubinstein, J.L. (1982). Principios de psicología general. México. Grijalbo

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