Andrea Soriano | 1/03/2019

El tacto es un sentido indispensable para establecer contacto con el entorno y lograr los primeros aprendizajes en la infancia. Por eso, el masaje puede convertirse en un alimento muy importante para el desarrollo físico, mental, emocional y social de tu hijo.

Aunque no parezca, el bebé aprende a comunicarse cuando recibe un masaje. A través de tus manos y tus palabras, te conectas con tu bebé y le enseñas a identificar poco a poco su esquema corporal, diferentes estados de ánimo y sonidos, así como tu interés en él y tu cariño. Recuerda que, entre más te relaciones con tu bebé, lo conocerás mejor y crearás un vínculo afectivo que te pondrá más atenta y ágil ante sus necesidades y demandas.

7 grandes beneficios del masaje

1. Fortalece la conexión profunda contigo a través del tacto, las miradas y la voz, lo cual es la base de la autoestima y seguridad del niño.

1. Te ayuda a identificar el lenguaje no verbal de tu bebé. No olvides que el lenguaje se refiere a todas las herramientas que el ser humano utiliza para comunicarse (voz, tacto, escritura, expresión corporal, etc).

1. Relaja al bebé, mejora sus ciclos de sueño y le permite estar menos irritable.

1. Refuerza su sistema inmunológico, aumentando la resistencia contra enfermedades.

1. Ayuda a su desarrollo y psicomotricidad, dándole tonicidad a sus músculos.

1. Estimulas su percepción corporal, pues durante el masaje una de las claves es no dejar de platicarle y contarle qué es lo que estás haciendo y qué parte de su cuerpo estás acariciando.

1. Activas sus músculos orofaciales cuando le das un masaje en la cara. Éstos son los que nos permiten hablar y comer adecuadamente, así que en esos momentos podrás fortalecer su reflejo de succión, el balbuceo y la gesticulación, preparándolo para sus primeras palabras.
    

Antes de comenzar

Toma en cuenta estos aspectos para que aprovechen mejor las ventajas de conectarse a través de los sentidos:

• Lugar: busca un espacio donde tu bebé y tú se sientan cómodos, sin frio ni calor excesivo, ni ruido que pueda interrumpir este momento tan especial. Pon música que los tranquilice o sonidos de la naturaleza.
   
• Material: usa una textura agradable para el bebé, que puede ser aceite de almendras, aceite relajante, crema hidratante para bebé o lo que más te guste.
   
• Horario: no hay uno ideal para todos los bebés, pero se recomienda darlo una vez al día después de bañarlo y antes de vestirlo.
   
• Duración: la actividad debe introducirse a medida que el bebé la acepte y esté visiblemente cómodo. Poco a poco aprenderás que el tiempo en el masaje no es lo más importante sino la calidad. Después de algunas sesiones, notarás que tu bebé se acopla a un lapso de tiempo y también cuando él ya no quiere continuar. El tiempo aproximado es de 20 a 30 minutos por sesión.
   
• Pídele permiso: cuando estén preparados y antes de quitarle su ropa, acaricia su cuerpo mientras le dices algo como: “Ha llegado la hora del masaje. ¿Te lo puedo dar?”. Probablemente en sus primeras sesiones no tendrás una respuesta porque se trata de algo desconocido, pero más adelante identificará el momento y encontrará la manera de avisarte que está listo, con su lenguaje no verbal (una sonrisa, un balbuceo o ¡pataditas de emoción!).
   

Ideal para niños con necesidades especiales

El masaje infantil es una técnica que se utiliza con gran éxito en la rehabilitación de niños con necesidades especiales, pues ayuda a potenciar su sistema nervioso y a estimular su lenguaje por medio del tacto, cuando tienen dificultades de experimentarlo a través de otros sentidos.

Algunas de las patologías que se tratan con el masaje son Síndrome de Down, autismo, parálisis cerebral, retraso psicomotor, retardo de lenguaje y labio y paladar hendido. Es tan efectivo que suele darse incluso hasta los 10 años de edad.

Dale estos 6 masajes para motivar el habla

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