Las distintas clasificaciones existentes en el terreno escolar, se apoyan única y exclusivamente en el grado o nivel de inteligencia, definido por el cociente intelectual (CI) obtenido mediante una batería de pruebas de inteligencia. Si bien lo importante no radica en la categorización del usuario/a deficiente mental, sino en las potencialidades que presenta la persona dentro de su grupo.
Indican en que parte del oído se encuentra la lesión, utilizando la comparación entre la vía aérea y la vía ósea.
Finalmente se considera de un gran valor sustancial, llevar a cabo una evaluación completa del lenguaje; con miras a tomar decisiones y acciones correctas, para conseguir el éxito de la intervención terapéutica.
Todos los niños con parálisis cerebral cumplen sus etapas más tarde de lo normal, sin importar su inteligencia y grado de desenvolvimiento, y tarde o temprano, según la severidad de cada caso en particular, a este retardo de la maduración se suma una desviación con respecto al desarrollo normal, que se manifiesta con actividades motoras anormales que se evidencian cuando el niño acrecienta su actividad, es decir, cuando intenta sentarse, usar sus brazos y sus manos, traccionar para sentarse o caminar venciendo sus dificultades físicas. El niño trata de funcionar con un conjunto inadecuado de patrones motores, compensando con las partes de su cuerpo menos afectadas o intactas.