Manuel Rico Vercher | 1/02/2012

Y aquí invito al debate.

¿Cuál es el lenguaje adecuado?

Primera propuesta: el que corresponda a cada situación.

Y entiendo que el profesor, cualquier profesor, está obligado a utilizar el lenguaje propio y concreto de su especialidad, cuando se halla ejerciendo su función docente-informativa. “No es bueno rebajar el nivel de la ciencia”, reflexionaba el profesor Lora Tamayo. Así, en el laboratorio, el granatario es el nombre que corresponde a la balanza de precisión, y no el peso. Y la profesora de Infantil hace muy bien al informar a sus alumnos que la parte inferior del hombro es la axila, si bien igualmente se la denomina el sobaco. Y así la niña Rebeca dice axila señalando esa parte del cuerpo a su mamá,  cuando vuelve del Cole, aunque su mami, amablemente, le corrobora que se dice de las dos maneras.

-Vale, me replicas. Y, ¿qué hacemos cuando nuestros alumnos disponen de un vocabulario pobre o, mejor dicho, único?. ¿Cuándo todo es guai o chungo, tope, mola, flipa (en colores), el coche de papá es la buga del viejo, el agente de orden es el madero y el puesto de trabajo es el curro?.

-Fácil, te respondo. Sin desautorizarle, aclarar al pupilo que ese lenguaje que él utiliza para todo sólo le sirve para ciertas situaciones o, como se indica ahora, para determinados escenarios, los del grupo informal, los compas en tiempo de ocio.

Y descubrirle que hay otros lenguajes, que corresponden a sendas situaciones/escenarios. Y animarle a enriquecer su acervo idiomático, para quedar bien en distintas situaciones. Para que, cuando vaya a solicitar un trabajo en las vacaciones de verano, le diga al encargado de la pizzería que viene a por el puesto de trabajo anunciado, y no a por el curro. Y cuando le ordene detenerse el agente del orden porque va sin casco en su moto, le llame agente o señor policía, y no madero y que, en ambos casos, les hable de usted, aunque tenga que hacer un esfuerzo.

Es el lenguaje asertivo, que recomienda el profesor Enrique Rojas, y que deviene en conducta asertiva,  nada menos. Y alcanza, en su grado máximo, a persona asertiva. “El comportamiento asertivo está caracterizado por la habilidad social de  mostrarse lo más adecuadamente posible, sin agresividad y sin inhibiciones... Dicho en términos más sintéticos: asertividad= comportamiento social e interpersonal adecuado”, sentencia este psicólogo.

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