Recibir el mensaje de que nuestro hijo tiene un “retraso del desarrollo madurativo” puede generar incertidumbre, pero también es una invitación a mirar la infancia desde la comprensión y el respeto. Es la oportunidad de acompañar a cada niño según sus necesidades, celebrando sus avances y confiando en su capacidad de crecer y sorprendernos.
A sus 6 años, Camilo tiene una forma especial de mirar el mundo, de moverse, de comunicarse y de aprender, siempre a su propio ritmo. Sin embargo, sus avances no coinciden con los de otros niños de su edad. Esto ha generado dudas e inquietudes en su familia y en su maestra, quienes comienzan a preocuparse al notar estas diferencias.
Uno de los términos que suelen aparecer en estos contextos es “retraso del desarrollo madurativo”. Escuchar esta expresión puede asustar, pero también puede ser una oportunidad para comprender mejor a nuestros hijos y brindarles el apoyo que necesitan para avanzar a su manera.
Es frecuente que, después de una evaluación, el neuropediatra comunique a las familias: “Su hijo tiene un retraso del desarrollo madurativo”. Este término, aunque no está reconocido como un diagnóstico médico oficial en los principales manuales internacionales, se usa de forma habitual para describir a niños que adquieren ciertas habilidades más despacio que otros de su edad. Es una forma de expresar que cada niño sigue su propio ritmo de desarrollo, y que, con apoyo y comprensión, puede alcanzar los logros esperados. El “retraso del desarrollo madurativo” no es una enfermedad ni una condición permanente. Tampoco define a la persona ni limita su potencial. Es solo una situación temporal en la que el niño necesita más tiempo para alcanzar determinados hitos, como hablar, caminar, relacionarse o adquirir autonomía.
Cada caso es diferente, pero algunos signos que pueden observarse incluyen:
Estas características no deben interpretarse como fallos. Son señales de que el niño necesita más tiempo y, sobre todo, comprensión y acompañamiento.
En ocasiones, las expectativas sociales y escolares ponen presión sobre las familias y los niños para que “vayan al ritmo” de los demás. Sin embargo, comparar, etiquetar o exigir de más solo provoca ansiedad y desmotivación.
La verdadera ayuda empieza con la empatía: ponerse en el lugar del niño, reconocer su esfuerzo y valorar cada avance, por pequeño que sea. Comprender que el desarrollo no es una carrera, sino un viaje personal, es el primer paso para acompañar desde el respeto y el cariño.
Tanto desde la familia como desde la escuela y los profesionales, hay muchas formas de ayudar a un niño con retraso del desarrollo madurativo:
Recibir el mensaje de que nuestro hijo tiene un “retraso del desarrollo madurativo” puede generar incertidumbre, pero también es una invitación a mirar la infancia desde la comprensión y el respeto. Es la oportunidad de acompañar a cada niño según sus necesidades, celebrando sus avances y confiando en su capacidad de crecer y sorprendernos.
Porque lo importante no es correr, sino disfrutar y aprender en el camino. Cada niño tiene su propio ritmo, y nuestro papel es acompañarlo con amor, paciencia y esperanza.
Recuerda que en Espacio Logopédico queremos acompañarte en el desarrollo de tus hijos. Si tienes dudas, consulta con nuestros especialistas para recibir la orientación que necesitas.